domingo, 27 de mayo de 2018

PERDIDA 1


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28 de febrero de 2012.

Ya estaba amaneciendo cuando el autobús, llego a Madrid. Alex había perdido la noción del tiempo, no era consciente de cuantas horas habían pasado desde que había abandonado su cuidad. Y no sabia cuanto le quedaba por recorrer hasta alcanzar su destino final. El frío de la madrugada envolvió a la joven.
Alex se abrocho su raída chaqueta de paño gris marengo, se colgó la mochila a la espalda y se calo el sombrero de lana hasta las cejas. Sintió su estomago gruñir, no había comido nada desde la mañana anterior.
Aunque desde que había dejado el centro de menores tutelados por el estado, su máxima había sido gastar lo mínimo posible. No pudo soportarlo más y se dirigió a una cafetería que había justo enfrente de la parada de autobús.
Se dejo caer completamente agotada en uno de los sillones granates y acolchados que quedaban libres, pues aunque era bien temprano, la cafetería estaba muy concurrida.
Una camarera entrada en años, con el pelo rubio oxigenado y demasiado maquillaje, se acerco con una carta.
-¿Quieres ver  la carta chaval?
-No es necesario. ¿Qué es lo más barato del menú?
-Huevos, con patatas y beicon a 4,50.
-Esta, bien, ¿puede traerme pan y agua? Por favor.
La camarera guiño un ojo a Alex, y se marcho gritando.
-Marchado una de huevos con beicon para la cinco.
Alex se acurruco en el sillón, mientras refunfuñaba enfadada entre dientes.
-Chaval, chaval. ¿Qué le pasa a todo el mundo? Si no ven un par de tetas enormes te confunden con un tío.
No habían pasado ni cinco minutos, cuando la camarera volvió con la comida de Alex, que dejo frente a la muchacha mientras canturreaba una melodía.
La muchacha devoro todo lo que había en el plato, casi sin respirar, todo le supo a gloria. Incluso rebaño los restos de grasa que cubrían el plato con un pedazo de pan que había reservado para el final. Y apuro el agua que quedaba en el baso.
Busco a la camarera con la vista, cuando la diviso al final del pasillo, hizo un gesto con la mano, para que se acercara hasta su mesa.
-¿Necesitas algo más, guapo?
-Si me cobra, por favor.
La muchacha entregó un billete de diez euros. La camarera guardo el billete en el bolsillo del delantal y saco un puñado de monedas que dejo sobre la mesa.
-¿Necesitas algo más, guapo?
-Si me cobra, por favor.
La muchacha entregó un billete de diez dólares. La camarera guardo el billete en el bolsillo del delantal y saco un puñado de monedas que dejo sobre la mesa.
-Podría indicarme como puedo llegar hasta Acosta?
-Déjame que piense. La mujer se concentro un momento, pero al fin se volvió hacia la barra.
-Sandez, sabes como se llega hasta Acosta?
-En autobús, pero creo que el próximo no sale hasta las seis.
-Gracias. Dijo amablemente la muchacha mientras se levantaba de la mesa y se dirigía a la salida.
-¡Chaval! Grito un hombre que estaba sentado en la barra.
Seguira......