martes, 11 de junio de 2013

A tan solo un par de semaforos,por mi..



Este escrito esta hecho a medias con un amigo mio...Duende
Aquella tarde comence a recordar la vez en que llamaron a su puerta, 
era un empleado de mensajería urgente que traía una caja a mi nombre, 
sin remitente...firme el recibo y cerre la puerta con la caja en mis manos...
Era una caja rectangular y grande. La abri con curiosidad impaciente, 
no tenía ni idea de quién podia haberme enviado ese paquete.

En el interior habia un vestido negro,con cuello Mao...
que me recordó al de la película "Una Proposición Indecente", 
era un vestido ajustado, de seda negra...
Siempre Me había llamado la atención,lo sexis que resultaban esos cuellos, 
precisamente por la carencia de escote, su sensualidad se debía mas a lo que 
no se mostraba ,que a lo que si.En la misma caja había unas medias finas de liga, 
también en color negro, con su correspondiente liguero ,un sujetador de encaje 
con escote en balconera y un tanga a juego con lo anterior.Junto al vestido había 
otra caja mas pequeña en cuyo interior encontre unos zapatos de tacón de aguja
tambien acordes con el vestido. 
Habia una nota en la que decia escuétamente...

"Póntelo, nos vemos a las ocho en el lugar que solo tu y yo sabemos"

Mi corazón dió un vuelco y comenzó a latir mas rápido, eran las cinco de la tarde, 
aun quedaban tres horas para ese encuentro, iría...claro!!!!! ademas él lo sabía...
Hacía tiempo que nos conocíamos, habíamos entablado amistad pero entre unas cosas
y otras, cada día esa amistad iba dando paso a gestos, detalles que si bien en un principio
 pasaban desapercibidos para los dos despues se hicieron algo necesario
y fue esa necesidad la que les hizo valorar la posibillidad de que algo mas pasaba
algo mas que simple amistad.

Pense en lo largas que se le harían esas horas hasta las ocho, debía centrarme, 
de repente parecía como si la mujer que había en mi solo se pudiera intuir, 
porque había casi desaparecido y dejado en su lugar a una niña en el cuerpo de 
una de cuarenta y tantos.Me pasee de un lado a otro de la habitación, pense 
que lo mejor que podía hacer para relajarme... era darme un baño y así lo hice, 
llene la bañera de agua templada y sales y me sumergí en su suave calma..

¿Por qué estaba tan nerviosa...? tenía la sensación de acudir a un examen....
no sabía si estaría a la altura de la situación, de las expectativas de él, de sus deseos...

Pase un buen rato en la bañera, tanto que el agua se había quedado casi fría, 
me coloque el albornoz para tumbarme en el sofá a escuchar musica mientras 
pasaban los minutos que nos separaban....
¡Qué ganas de verle...,de besarle, de despertar su deseo hasta limites insospechados...!
Aquellos en los que yo sentia el mio, un deseo casi enfermizo...,voraz.
Sonaba la música que mas me gustaba, cada letra, cada nota me trasladaban 
a momentos vividos,soñados, anhelados...
Al fin comence a vestirse, primero la ropa interior, las medias, todo perfecto, 
la talla correcta...me maquilló de manera suave,dejando todo el protagonismo 
a mis labios, que pintó de color carmín...Me recojó el pelo en un moño ligero ,
que dejaba que algunos de los cabellos se escaparan de la prisión del coletero 
y por último me puse el vestido..abroche los botones uno a uno,pensando 
en el momento en que él los desabrochara...
Soñaba despierta y no podía parar de hacerlo. 
Me ajuste el abrigo y me subí al taxi que me esperaba en la puerta...
los dedos me temblaban...y las rodillas.....en el estomago tenia mariposas.....
De repente me descubri a mi misma mordiendome los labios por la incertidumbre, 
por ese no saber que sería lo siguiente o quizá por haber imaginado demasiado 
acerca de lo que pasaría a partir de ese momento.
Ya solo faltaban un par de semáforos y estaría ante él
.
CONTINUA DUENDE.....
Allí apareció puntual, bajándose de ese taxi que la había trasladado de su casa, 
hacia el lugar acordado.Estaba radiante con esa sensualidad que le caracteriza y 
con la elegancia que le concebía ese vestido negro y la esbeltez de sus piernas, 
vestida con esas sedosas medias a juego.
No fui el único… 
en el restaurante, también se asombraron de tan bella y sensual mujer…
Le regale los oídos con palabras de elogios e insinuaciones, con la promesa 
de exquisitos manjares afrodisíacos y, exóticos servidos para el deleite 
de nuestro paladar y de sus ojos. No sé que me sedujo más si esa forma 
suya de manejar la lengua tan hábilmente y su sonrisa lasciva, o la atractiva 
y seductora sugerencia de saciar todos mis apetitos. 
Una vez concluida la cena, nos retiramos a la habitación que previamente 
había reservado con antelación.
Un beso de esos en los que las distancias desaparecen y consigues fundirte 
sin necesidad de nada más. Sin manos buscándose, ávidas atravesando y 
confundiendo los sentidos. No le excito el beso, sino la necesidad urgente, 
la voracidad acuciante que implicaba.
Al separarnos no pudimos evitar la sonrisa cómplice y sincera, la mirada directa, 
reconociéndonos y aprobándonos, sabiéndonos libres en el tiempo y 
comprometidos en el instante...
Sin dejar de sonreírnos y con la mirada puesta uno en los ojos del otro, 
le bese en la barbilla mientras mis manos se deslizaban lentamente entre 
su vestido y su piel, sin mover un ápice la tela, rozando levemente la piel 
con la yema de los dedos, apenas un arañazo suave, tenue, conciliador, 
bordeando su cintura desde el ombligo hasta su espalda.
La encontré tan distinta a nuestro anterior encuentro, relajada, desnuda del alma, 
entregada y necesitada de mí. Como un extraño, un correcto desconocido 
que se maravilla ante sus ojos y a la misma vez como un viejo amante, 
perfectamente conocedor del tamaño y la textura de su piel. 
Me arrodille y hundí la cabeza en su vientre, sentía mis párpados cerrados 
sobre la piel de su estomago y se emociono… acaricio mi cabeza y enredo 
sus dedos en mi cabello. Empecé a besarle lentamente, alrededor desde el hueco 
de su ombligo, con la boca húmeda de pasión y hambre, con la lengua punteando 
cicatrices de placer en su piel. 
Empujo la cabeza que danzaba en sus caderas hacia la humedad palpitante 
que sentía en su entrepierna y obediente cedí a sus impulsos 
abriendo con mi lengua la raja inmaculada, siguiendo con esa prolongación 
de mi boca el camino vertical hasta colocarla como bandeja entre sus piernas 
y con pequeños lametones incitar aún más la lluvia de pasión que desencadenaba 
su cuerpo, para luego succionarla con fruición. 
Se le escapo un gemido y abrió sus piernas para sentir mis labios sobre los suyos 
mientras mi lengua exprimía sus entrañas.
Rodeo mi cabeza con una pierna, para entregarme su fruto en toda su plenitud, 
para hacerle llegar a cualquier parte, a todas partes, y con esa misma pierna 
oprimió fuerte mi cuerpo contra el suyo.
Mi lengua, ávida e insaciable se dirigió a la desembocadura rosada aún sin explorar 
para inundarla con mi saliva, introduciéndose lentamente hasta notar como 
palpitaba afanosa, mi nariz seguía los movimientos sinuosos de la lengua 
entre sus labios y de tanto en tanto mi boca regresaba a ellos para chupar 
jugoso el néctar que resbalaba por sus piernas, relamer las gotas entre sus ingles 
y retroceder de nuevo a su guarida. Su espalda se arqueaba sobre sí misma 
y sus piernas se convulsionaban sacudidas por olas de éxtasis prohibido. 

Mis manos se deslizaron, con codicia hasta sus glúteos, aprisionándolos 
con glotonería por olas de éxtasis prohibido. Mis manos se deslizaron, 
con codicia hasta sus glúteos, aprisionándolos con glotonería.
El orgasmo le sacudió, acompasado al lento movimiento que la boca 
que había olvidado entre sus piernas seguía perpetrando desairados 
lametones entre sus paredes.
Me abandoné a esa locura como me abandoné a la de caer entre tus brazos 
años atrás. Sin oponer resistencia. Sin renegar de los acontecimientos. 
Dejándome arrastrar por los pasos que aún no hemos dado hacia ese destino 
común del que no creo que salgamos nunca.
Mi amante y yo. Yo y mi amante. 
Dos personas condenadas a encuentros furtivos. 
Dos personas condenadas al disfrute a escondidas.
Nuestros ojos se cruzaron, ahora sí, envenenados de esa pasión que nos somete.
Que desafió... 

No hay comentarios:

Publicar un comentario