Aquella noche fue
realmente para mí, muy especial.
Empezó sintiendo cómo
se fortalecía nuestra complicidad, y se hacía cada vez mayor, con un
acercamiento lleno de cariño y sinceridad. Y saltándonos la primera regla básica
de cualquier manual sobre relaciones prohibidas, nos contamos con naturalidad
aspectos privados de nuestras vidas paralelas, esos que según los libros
deberían permanecer tan ocultos, como nuestros encuentros furtivos.
Te deseaba mucho, tú
bien lo sabes… Y ¡¡¡Dios, sí, me encanto!!! pegarme a tu boca y besarte
largamente como ambos deseábamos desde hacía tanto tiempo.
Cuando entramos en
aquel local oscuro, y palpaste mi culo por encima del pantalón, empecé a vibrar
de deseo. Estaba claro que la noche no había hecho más que empezar.
Y estaban cayendo las
últimas barreras. ¿Lo que más me gustó? Sentirte detras de mí, ardiéndote la
piel de ganas, y susurrándome al oído “hoy quiero tenerte solo para mí”… hmmm…
!!!!eso me puso a cien.
Me muero por volver a
tenerte frente a mí, cara a cara, por volver a sentir tus susurros en mi oído,
tus besos en mi nuca, tus manos en mi piel... quiero acariciarte lentamente,
mirarte a los ojos... y quiero hacerte mío, hasta oírte suplicar “¡BASTA!” de
puro deseo contenido.
Quiero que volvamos a
fundirnos en uno y retorcernos en mil abrazos imposibles, y acabar gritando al
alcanzar de nuevo esos placeres que nos elevan de dimensión, haciéndonos
olvidar el mundo exterior, que se agolpa ignorante y estremecido, alrededor de
nuestros cuerpos.
Igual que en aquella
noche ......Como tantas otras noches.
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