Juan y yo nos
conocimos por Internet...
Ya, ya sé que no es
el método más convencional para encontrar pareja o hacer amigos, pero
personalmente, no me arrepiento de haberlo hecho.
Empezamos a hablar, al principio
de una forma casual, pero cada vez, mi deseo por saber de él y de cómo estaba,
era más grande, y según parece, él sentía lo mismo.
Una noche, llevando
casi un año hablando, le comenté que estábamos preparando un viaje a su ciudad
para pasar una semana.
Yo me encontraba
total y locamente enamorada de él, y estaba clarísimo que la idea del viaje fue
invención mía, puesto que una de las cosas mañas de Internet, es enamorarte de
alguien que vive a 500 Km de ti...
Con forme se acercaba el día de
la salida, más deseosa estaba de verle, de hablarle, de hacer todo con él.
Pero mientras...
Habría que matar el tiempo.
– “No puedo dejar de
pensar en ti ni un segundo”. Comenzaba yo
– “A mi me pasa
igual, mi vida. Quiero tenerte cerca. No aguanto más esta angustia”. Me
contestaba. “Llámame cursi, pero eres como una droga para mi. Sólo pienso en
que llegue el día de poder al fin hacerte mía...”
Este tipo de
declaraciones me encantaban y no podía evitarlo.
Él sabía que yo había
estado con chicos, pero nunca llegué a nada más profundo con ellos, por lo
tanto a mis 18 años, seguía virgen...
Hablamos de esto
alguna vez, y él lo comprendía.
Era tres años mayor
que yo, y por supuesto, sí que se había estrenado ya.
Esa misma noche, me
contó con pelos y señales su primera vez, puesto que volvió a salir el tema, y
yo me sentía cada vez más rara. Sólo el hecho de imaginármelo según me lo
estaba narrando (pero no con la otra chica, si no conmigo, claro), me ponía más
y más húmeda. Tampoco lo podía evitar. Era virgen, pero no de piedra...
– “Nene, como
desearía que la chica de tu historia fuera yo... No te lo imaginas”. Le dije.
– “Bueno cariño,
sabes que esa fue mi primera vez, pero no la disfruté tanto como te disfrutaré
a ti cuando te tenga en mis brazos. Dentro de dos días...”. Me contestaba. “Lo
deseo con toda mi alma. Te deseo a ti con todo mi corazón”.
Él estaba acostumbrado a abrirse de
esa manera conmigo y eso me excitaba cada vez más.
No podía esperar, y
esos días, nos los pasamos prácticamente “haciéndolo por Internet”.
Teníamos cámaras, y
nos las poníamos siempre, pero esta vez se usarían para otras cosas. Se lo
propuse y él aceptó.
– “¿Estás segura de
esto?”. Preguntaba.
– “Sí amor, no puedo
esperar más. Necesito sentirte, aunque sea así...”
– “Muy bien, nena...
¿Por donde quieres empezar?”
– “Quítate la
camiseta”
Él lo hizo. Tenía un
cuerpo espectacular, marcado y musculoso, que con su carita de niño y esos ojos
azul cielo, me dejó petrificada durante un momento.
– “¿Qué te pasa,
amor?”
– “Nada, nada, un
shock” Ambos reímos. “Dime, ¿qué quieres que haga yo ahora?”
– “Déjame verte el
cuerpo, pequeña. Te deseo ya...”
Así lo hice. Fui
haciendo un mini strip tease. Primero la camiseta, quedándome en biquini.
Después, haciendo un bailecito, la parte de arriba, dejando ver mis pechos.
Cuando los vió,
observé que su cara cambió... Ahora fue él quien se quedó en shock. Yo reí un
poco.
Despues, la parte de
abajo, mientras él se deshacía del pantalón y se quedaba sólo con su bóxer
negro.
– “¿Qué tal vas,
nene?”. Le dije.
– “Eres una diosa,
cariño, quiero que llegue pasado mañana ya...” Ambos reímos.
– “¿Qué hago ahora,
cielo? Tú me guías...” Le dije con cara de gatita en celo... Cada vez estaba
más cachonda.
– “Tócate y di mi
nombre... ¿Estás mojada?”
– “Llevo un
ratito...” Me reí y me dispuse a hacer lo que me dijo.
Comencé por mis
pechos, notando que se humedecían poco a poco por mis dedos. Me acariciaba.
Luego fui bajando hasta terminar acariciándome mi sexo, cuando vi que mi
querido Josh se había despojado del bóxer, y que sujetaba en su mano un pene
erecto y bastante grande. Lo movía de arriba a abajo. Eso me puso aún más cachonda,
y mirándole me mordí el labio, pensando en esa poya dentro de mí pasados dos
días...
– “Sigue nena... Me
estas poniendo a mil”.
Yo le obedecí y
seguía entretenida con mi sexo, tocándolo, acarciándolo y notando lo mojado que
estaba.
Poco a poco fui introduciendo
mi dedo dentro, y fui moviéndome acompasando mi ritmo a de mi amor.
Pasado un rato me
dijo:
– “Más deprisa nena,
quiero correrme contigo y que sientas que soy yo quien te está follando...”
Yo comencé a
masturbarme de una manera más rápida y seguida, notando como me humedecía cada
vez más... Mi dedo entraba y salía con total facilidad, hasta que di un
respingo y noté como un espasmo se apoderaba de mi clítoris, lubrica y
excitado, siguiendo por mi espina dorsal y provocándome un placer que solo
podría superarlo una cosa: Él.
No pude evitar soltar
un grito y decir: “Josh... te quiero”
Había tenido mi
primer orgasmo pensando en la persona que quería y que me hacía sentir tanto.
Miré la pantalla y vi
que mi chico estaba corriéndose conmigo. Pude leerle los labios: “Alex...”
Alex soy yo, no os
penseís que él estaba pensando en un tío. Me llamo Alejandra y había sido mi
primera vez. Mi primera vez con él.
¿Por ordenador? Sí,
pero al fin y al cabo le quería tanto que eso daba igual. Quedaba poco tiempo
para verle, y juntos, lo pasaríamos muchisimo mejor...
Los días pasaron rápido, y de camino,
pude satisfacerme un par de veces pensando en lo que pasaríamos juntos cuando
llegara...
No hay comentarios:
Publicar un comentario