No puedo explicarlo.
No me vienen las
palabras.
Quizás porque ni
reuniendo todas las palabras del mundo
podría llegar nunca a
describir ni un ATISBO de la formidable INTENSIDAD
que me brinda su
mirada.
Como tampoco podría
llegar a explicar en miles de versos inútiles...
lo que siento cuando
a través de esa mirada, me permite LEER abiertamente
las páginas de su
alma.
En verdad, no puedo
explicarlo.
Cuando él me mira,
sus ojos me devuelven el reflejo de una DIOSA.
SU diosa.
La única con el poder
de regalarle unas ALAS para volar en sueños
hasta donde yo
camino, el Olimpo donde vivo, y único lugar adónde siempre
desea volver.Y cuando
él me mira, de ESA manera, río y me estremezco
tiemblo, por la
emoción, desbordada por los sentimientos, ORGULLOSA
de ser la princesa de
cuento de nuestro reino inmaterial.
Un reino tan frágil,
sutil, fugaz y delicado, como una pompa...
como la BURBUJA en la
que ambos misteriosamente nos sumergimos.
Un espacio donde el
tiempo se detiene, y donde él se hace GRANDE, inmenso inconmensurablemente
bello, rendido FELIZ a mis deseos y a mis pies
mientras yo le sonrío
sentada en mi trono, situado sobre en el monte OLIMPO
de mis infinitos
tacones.
Quizás no llegue nunca
a poder explicarlo.
O puede que deba
empezar a creer, que de algún modo MI pie encontró al fin…
la HORMA de su
zapato.
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